Ribadeo

El pueblo se formó a partir de un núcleo primitivo en las dársenas de Porcillán y Cabanela, en la orilla de la ría, para posteriormente ir creciendo hacia arriba. Tuvo una muralla, de carácter más fiscal que defensivo, de la que aún se conservan algunos restos. Junto a Viveiro y Mondoñedo, fue uno de los tres fenómenos urbanos medievales de la antigua provincia de Mondoñedo, recibiendo ya de manos de Fernando III Carta Puebla fundacional que le atribuía, entre otros privilegios, el de convocar un mercado semanal, el cual aún se sigue realizando. Pasó de villa de realengo a propiedad del caballero francés Pierre de Villeines por virtud del dadivoso Enrique de Trastámara en pago de sus servicios , y de ahí por distintas sucesiones el Condado de Ribadeo recaló definitivamente en la Casa de Alba. Coincidió su apogeo como Villa con el de su puerto, siendo cabeza del comercio del Cantábrico con los países bálticos, a través del puerto de Riga en concreto, de donde se importaba aguardiente en exclusividad, y que por tal motivo terminó siendo conocido como kúmel de Ribadeo, hasta su decadencia por la competencia de otros puertos como el de Gijón a mediados del siglo XIX.

El escudo de la villa , de origen medieval, lo forman unas ondas de mar sobre las cuales se encuentran una llave de oro en posición inclinada y una estrella de plata. La llave simboliza su condición de entrada a Galicia, y la estrella su situación septentrional. Hasta finales del siglo XVII el escudo carecía de estrella y la llave se encontraba en posición vertical. Así puede verse en la capilla de la Virxe do Camiño, en piedra de 1699, tiempo en el que el ya era antiguo.

Destaca en el pueblo la «Torre de los Moreno». Se trata de la casa de los hermanos Moreno, construida en 1905. De estilo ecléctico, su ornamentación recuerda al modernismo en su fachada y al neoclásico en su parte posterior. Construido con estructura mixta que combina el hormigón y el acero creando una construcción singular. También cuenta con varias capillas, una iglesia parroquial advocada a Santa María do Campo, vestigio del antiguo convento franciscano ya desaparecido, y algunas casas blasonadas en la parte vieja.

En la mitad occidental de su costa cantábrica cuenta con varias playas, pequeñas y acantiladas, entre las cuales se encuentra la playa de As Catedrais, (llamada originalmente Augas Santas), lugar de gran afluencia turística y que debe su nombre actual a las formas esculpidas por la erosión marina en el acantilado.